miércoles, 25 de septiembre de 2024

La historia del intendente de Rosario que fue electo gobernador pero no lo dejaron asumir

 25 de septiembre 2024.

Por: Mila Kobryn.

El intendente rosarino Luis Cándido Carballo cosechó fanáticos y detractores. Cambió la ciudad, pero la caída de Frondizi le impidió mandar en Santa Fe.



 Luis Cándido Carballo fue intendente de Rosario, con algunas interrupciones, entre 1958 y 1962. Su gestión marcó un antes y un después en la historia de la ciudad y tuvo tantos defensores como detractores. A fines de 1961 fue elegido gobernador de Santa Fe pero nunca logró ocupar el cargo.

Mucha obra pública y mucha topadora. Creación y destrucción. Así lo recuerdan hasta el día de hoy quienes vivieron la gestión de Carballo en Rosario. Sin compasión, viejas estructuras fueron tiradas abajo, y lo moderno fue reemplazando a lo viejo. El progreso y el desarrollo fueron las banderas más levantadas por aquellos años, cuando Arturo Frondizi era presidente de la Nación.

Carnavales, espacios verdes, pavimentación, trolebuses, ómnibus y hasta barcos fueron parte de una intendencia que no estuvo exenta de polémicas y peleas. Carballo se caracterizaba por un marcado personalismo y hasta en algunas oportunidades fue tildado de autoritario. Sin embargo, logró posicionarse como un político fuerte y eso lo llevó a postularse como gobernador de la provincia de Santa Fe.



Luis Cándido Carballo fue intendente municipal en tres cortísimas oportunidades: en el año 1958 en carácter de interventor, entre 1959 y 1960, siendo presidente del Concejo y tras la renuncia del mandatario Francisco Lechini y, finalmente, entre 1960 y 1962 tras ser electo por la Unión Cívica Radical Intransigente (Ucri).

A fines de 1961 fue electo gobernador de Santa Fe y la asunción iba a llevarse adelante el 1º de mayo de 1962. Sin embargo, el 29 de marzo de aquel año, la presión militar llegó a un punto sin retorno y Frondizi, acorralado, tuvo que renunciar. En su lugar asumió José María Guido, abriendo un nuevo capítulo de aquella democracia limitada e inestable. Con este nuevo escenario, la llegada de Carballo a la gobernación nunca se concretaría. Los proyectos para la provincia quedaron truncos.



Cuando Rosario cambió para siempre

Hay vecinos que todavía, sesenta años después, no le perdonan a Carballo haber tirado abajo el Mercado Central ubicado en San Martín y San Luis. Donde hoy están la plaza Montenegro y el Centro Cultural Fontanarrosa hubo hace ya tiempo un edificio imponente que formó parte de la vida diaria de muchísimos rosarinos.

Había sido levantado a principios del siglo XX y su presencia le había dado una identidad muy particular a aquella zona céntrica. Los puesteros ofrecían los más diversos productos y los rosarinos acudían allí a hacer sus compras. Mañana, tarde y noche el mercado era un hormiguero de gente. Sin embargo, con el correr de los años su estructura comenzó a deteriorarse y los problemas de salubridad empezaron a ser cada vez más apremiantes.

A la izquierda, el Mercado Central.


Carballo, hombre pragmático de la política radical, no tuvo demasiadas consideraciones: resolvió decretar la caducidad de los puesteros y clausuró el espacio. Después de desratizar, llegó la topadora y del Mercado Central quedó solo el recuerdo. Algunos vecinos aseguran que, después de la demolición, aparecieron ratas con pelos largos que vivían en los lugares más fríos y húmedos del mercado.

El transporte de pasajeros en Rosario también cambió en su gestión. En 1959 se inauguró en la plaza Sarmiento un nuevo sistema de trolebuses y en 1961 hizo su aparición un clásico rosarino: la línea K. Además, comenzó un reemplazo progresivo de los tranvías por los ómnibus. Otro paso a la modernización y otra discusión abierta hasta el día de hoy.

La fisonomía de las calles y espacios verdes también cambió. Bulevar Rondeau, con sus antiguos eucaliptos, se convirtió en una arteria de cuatro carriles, como la conocemos hasta el día de hoy. Y terreno baldío que se divisó, terreno baldío que se convirtió en una plaza para los niños de los distintos barrios rosarinos. Además, miles de calles de tierra fueron pavimentadas.

Tampoco le tembló el pulso cuando hizo sacar los árboles de Pellegrini. La avenida era acceso y salida de Rosario y la presencia del arbolado estorbaría el funcionamiento de aquella vía rápida. Carballo era así, determinante.



Esta intensa obra pública se llevó adelante a partir de una importante racionalización del Estado municipal. En tan solo un año, fueron despedidos alrededor de 1.500 trabajadores estatales. A su vez, se privatizaron algunos espacios tradicionales como el antiguo Matadero Municipal.

Por otro lado, son muchos los que recuerdan que el sistema de recolección de basura era deficiente en Rosario hasta las medidas de Carballo. De carros tirados a caballo se pasó a un convenio con una empresa privada y a la utilización de camiones para mantener limpias las calles de una Rosario que quería desarrollarse a toda costa.

Algunos investigadores del período nombran una suerte de "efecto psicológico Carballo": los cambios habían sido tan rápidos, pronunciados y evidentes que generaban un impacto inmediato, tanto en los visitantes de la ciudad como en sus habitantes.

Pero no todo fue higiene y pavimento. También había políticas destinadas al entretenimiento y al turismo. Una de ellas, no muy bien recibida, fue la compra del Barco Ciudad de Rosario, una gran embarcación que funcionaría para recorrer el Paraná. La experiencia duró poco, pero mientras existió fue un símbolo para la ciudad. Por otro lado, uno de los emblemas de Carballo fueron, definitivamente, los carnavales.

Fiel a su estilo personalista, el intendente tomó las riendas del popular festejo y organizó, en 1961, el Primer Carnaval Internacional que resultó ser una fiesta multitudinaria donde la ciudad invadió el parque Independencia. El éxito fue rotundo y en 1962 tuvo una segunda edición, ya bajo la intendencia de Daniel Gorni, después de que Carballo renunciara a su puesto para ser el gobernador de la provincia de Santa Fe.

Corsos, cabezudos, bailes, disfraces, serpentinas y música en vivo eran algunos de los elementos de aquel evento masivo. El diario La Capital hizo un minucioso relevamiento de aquellos primeros festejos dando cuenta de cada uno de los espectáculos que se brindaban, no solamente sobre bulevar Oroño, sino también en cada club y barrio.

El carnaval impulsado por Luis Cándido Carballo fue replicado un año después, en 1962, con una masiva convocatoria sobre Bv. Oroño en el Parque Independencia. Foto: Museo de la Ciudad.



Un cronista presenció aquellos festejos en el parque y describía, con desconcierto, que el centro de la ciudad estaba vacío un sábado por la noche. Algo que, aparentemente, resultaba inusual en la época. Y destacaba: “El parque se convirtió en un hormiguero de gente. Tanto entrar como salir del corso, moverse hacia el lago o hacia las calesitas, ver las carrozas, todo resultaba difícil”. Algunos calcularon que 400 mil personas estuvieron en el parque Independencia en aquel Carnaval de 1961.

En aquellos días, personajes de todo tipo se presentaban en los clubes a tocar su música. En La Capital se promocionaba el show de Juan D’Arienzo y Varela Valerita, que estaban dos días consecutivos en el Club Provincial. Artistas nacionales e internacionales se acercaban a la ciudad por el Carnaval.

Después del golpe

Carballo participó en la fundación del Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), que integró el resto de su vida. Hombre de partido, presidió el Centro de Estudios Nacionales que sirvió de punto de encuentro de muchos militantes desarrollistas.

En 1965 se presentó a las elecciones legislativas. Su lema, fiel a su estilo y poniendo el foco en su fuerte, fue "Ponga obras en la urna. Vote a Carballo".



Carballo falleció en 1982, a los 64 años de edad y en Rosario, donde había nacido. Como muchos radicales, estuvo en desacuerdo con la guerra de Malvinas que había finalizado un mes antes de su muerte.

Actualmente, la ciudad lo recuerda de distintas maneras. La larga avenida en Puerto Norte, antes llamada Tres Vías, hoy lleva su nombre. Además, el Observatorio Astronómico Municipal de Rosario también lo homenajea: se llama “Intendente Luis Cándido Carballo”.

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