lunes, 22 de junio de 2015

Coloquio de IDEA – La burguesía argentina se mira al espejo

Octubre 2014.

Por: Marcelo Yunes.

La reunión anual en Mar del Plata del conjunto del empresariado, en el tradicional coloquio de IDEA, dejó esta vez más tela para cortar que otras ocasiones. Es sabido que la relación del kirchnerismo con los organizadores es mala. En 2005, el supermercadista Alfredo Coto se puso a denunciar la inflación, por entonces del 12%. La respuesta del gobierno fue una sonora réplica pública del entonces presidente Néstor Kirchner y una redada de la AFIP. De allí en más, el empresariado entendió que la mejor política era el perfil bajo y quejarse de las políticas oficiales lejos de los micrófonos.




Eso ha cambiado en esta edición. Según un observador interesado, “los modos lavados y casi diplomáticos con los cuales los empresarios venían opinando sobre la gestión del gobierno ya no serán los mismos (…). Los ejecutivos parecen haber salido del placard en el que estuvieron escondidos durante años por temor a represalias y ahora se animan a expresar más libremente sus posturas. Obviamente, todas contrarias al modelo K” (A. Sanguinetti, El Cronista Comercial, 24-10-14).

Es cierto que hubo rotundas muestras de brote anti K en IDEA. Por empezar, en su discurso de apertura, el titular de la entidad, Miguel Blanco (Swiss Medical), habló de “fin de ciclo”, lo que motivó respuestas encendidas de Capitanich y Kicillof. El más desbordado fue el constitucionalista Daniel Sabsay, que exigió a los gritos a Cristina “que muestre el título” de abogada y trató de “sátrapa” al canciller Timerman. Por su parte, Héctor Méndez, presidente de la UIA, se quejó de las “amenazas” de Capitanich y clamó que “el único refugio es la Justicia”. Desde ya, cuanto más histérico el brote anti K, más efusiva la ovación de la gran mayoría de los empresarios, que aplaudía a quienes dicen lo que ellos piensan… pero no dicen.

Sin embargo, no es verdad que las posturas sean “todas contrarias al modelo K”. De hecho, varios pesos pesado de la patronal salieron a bajar los decibeles del enfrentamiento y se apresuraron a negar que las posiciones más gorilas fueran representativas del conjunto del empresariado. Un caso evidente fue el de Isela Costantini, que además de ser presidenta de esta edición del coloquio de IDEA es la presidenta de General Motors para Argentina, Uruguay y Paraguay. También José de Mendiguren, ex titular de la UIA y referente de Sergio Massa, pidió calmar los ánimos frente a un gobierno que, después de todo, nadie quiere que se vaya antes de diciembre de 2015. Sin duda, influye en esta posición (y en la de otros empresarios que no se sumaron alegremente al trencito anti K) el hecho de que se trata de empresarios con fluida relación con la Casa Rosada, lo que implica favores y contraprestaciones mutuas de diverso tipo y larga data.
  
Tener y no tener algo que perder

En suma, a diferencia de otros años, el empresariado hizo una especie de catarsis política de su descontento con las formas (casi todos) y el fondo (ya más divididos) del “modelo K”. Pero, a la vez, todos asumen con cierta resignación que no están hoy las cosas para imponer condiciones ni siquiera a un gobierno en retirada, por varias razones, entre ellas su división interna. Un analista cita a un directivo de IDEA: “Los Kirchner logran cosas increíbles; unieron a todas las entidades del campo, a las entidades empresarias y hasta lograron que IDEA se transforme en un think-tank [usina de ideas] político. Es que somos [los empresarios] hijos del rigor, sólo reaccionamos cuando las papas queman” (Ámbito Financiero, 27-10-14). Y es verdad: más allá de su gorilismo visceral, la patronal argentina es una clase demasiado atada, por miles de lazos, a los gobiernos de turno que detentan el poder del Estado como para darse el lujo de darles la espalda por completo (al menos, mientras mantengan el control de la situación). Y eso genera conflictos y contradicciones insolubles entre los “principistas” (es decir, los que tienen poco que ganar de la relación con el gobierno, sea en materia de subsidios directos e indirectos, protección arancelaria, créditos y, especialmente, contratos con empresas u obras públicas) y los “realistas” (a saber, los que tienen algo que perder en caso de quemar las naves).

Lo del “fin de ciclo” es sin duda una expresión pública de deseos de parte de la mayoría del empresariado, pero en privado muchos admiten que “el ciclo de CFK no parece estar terminado”, en el sentido de que mantiene la capacidad de generar iniciativas y sorprender (El Cronista Comercial, 24-10-14). Las preocupaciones inmediatas son otras, a saber, cómo se va a transitar el resto del mandato de Cristina. Al respecto, una encuesta entre los asistentes al coloquio dio como prioridad uno arreglar con los fondos buitre, en el marco de previsiones pesimistas de la mayoría en cuanto al nivel de actividad, inversión y empleo. Por supuesto, lo que la mayoría querría es directamente ir a pedirle plata al FMI y al Banco Mundial (Página 12, 24-10-14), pero se conformarían con que en enero se les pague a los holdouts.En el fondo, y como dijo un vocero de una multinacional alimenticia, “la mira no es el 2015 sino el 2016, el año que viene será de esperar y ver” (El Cronista Comercial, 24-10-14).

Los temores…

Uno de los platos fuertes del coloquio iba a ser la presencia y el debate de los candidatos presidenciales. Pero esa atracción resultó bastante devaluada, en parte por razones de vedetismo y cálculos políticos que exasperan a los hombres de negocios. Por ejemplo, su “candidato natural”, Macri, después de idas y venidas, decidió no asistir. Hay dos razones reales para su ausencia. Una, la gente que maneja su campaña decidió que Macri tenía una imagen de “demasiado amigo” de los empresarios, a punto tal de ser casi un títere de ellos; su presencia en IDEA iba a reforzar ese perfil. La otra razón es más prosaica: su eterno asesor (¿o inventor?) de imagen, el ecuatoriano Jaime Durán Barba, le aconsejó que “no estaba preparado para debatir políticas de Estado” (sic). No hace falta traducir eso, ¿no?

Por su parte, Scioli fue a dar su saludo formalito y mostrar su imagen de Gandhi, pero no se privó de criticar los exabruptos y aclaró que no iba a firmar el documento-compromiso generado por el encuentro para que “los políticos lo adopten”. Más cautos, los otros candidatos presentes, Massa, Binner, Cobos y Sanz (que dieron un debate tan civilizado como aburrido; estaban todos de acuerdo), dijeron que “lo iban a estudiar”.

El debate de los candidatos a ministros de Economía fue apenas más jugoso. El más aplaudido (y el de menos chances) fue el economista radical (ahora en UNEN) Javier González Fraga, que propuso la cuadratura del círculo: “Evitar la tentación liberal de la macrodevaluación que afecta el salario y el consumo”, pero también “la otra tentación, la que ahora con música de izquierda, en los 90 con música de derecha y en los 70 con música militar, utilizó el retraso del tipo de cambio como una medida populista” (Ámbito Financiero, 27-10-14). Dejemos de lado lo de “populismo militar”: lo que el ex presidente del BCRA propone es ni devaluar, ni retrasar el tipo de cambio… sino todo lo contrario, diría el finado ex jerarca de la CGT Saúl Ubaldini.

Entre tales ambigüedades y una encuesta de Poliarquía de que la mitad de los votantes quiere que el cambio con el próximo gobierno sea “moderado”, no es de extrañar la desazón de los empresarios. En efecto, “miedo fue una de las palabras más escuchadas en los breaks [pausas]; miedo a que en diciembre haya tensión social, a una crisis del sector externo, a que la inflación se desboque, a que no haya acuerdo en enero con los holdouts, a que se agudicen las trabas y controles (…). Y el miedo más grande (…) es a que el kirchnerismo vaya a continuar en el poder. (…) [Según la citada encuesta,] sólo un tercio [del electorado] no le reconoce nada al kirchnerismo. Eso desalienta cualquier cambio radical impulsado por una parte importante del empresariado” (ídem). Dicho en criollo, no parece haber espacio político para un revival neoliberal clásico con el que sueña buena parte de la clase capitalista.

…y los “valores” de los capitalistas argentinos

Para terminar, pongamos un poco de humor. Los coloquios de IDEA son una ocasión perfecta para que la patronal recuerde que, después de todo, son la clase dirigente del país y deberían preocuparse por cuestiones profundas, estratégicas, de largo plazo, etc. Así, suelen organizar, como en este caso, foros sobre temas como educación, narcotráfico, corrupción… y “valores”. No, no se rían: el empresariado argentino parece creerse depositario de las cualidades éticas que “los políticos” arrastran por el fango.

Así, hubo un panel interactivo sobre “valores y democracia”, ideas elevadas si las hay, donde el 100 por ciento de los asistentes (absolutamente todos, tal es la calidad ética de nuestra patronal) contestó que prefería cohesionar a la Argentina por “valores” y no por “ideología”. ¡Cuánta nobleza de espíritu, cuánto derroche de moral, qué manifestación de amplitud, qué ejemplo para la comunidad toda!

Pero resulta que inmediatamente después se preguntó a todos los presentes sobre un caso hipotético: si era censurable que un empresario coimeara a un funcionario para lograr un negocio. El 53%, firme con los “valores”, condenó la práctica, pero un 47% la justificó, incluido un 19% que dijo que tal accionar “nunca” es condenable (La Nación, 24-10-14). Y cuando José Nun, ex secretario de Cultura de Kirchner, apostrofó a los que van a “aplaudir a actos del gobierno para que las medidas que pretenden finalmente salgan”, “la referencia desencadenó carcajadas”. Habrán sido de puro nerviosismo, ya que, según la crónica, fue “el momento más incómodo de la tarde” (ídem). La pregunta final fue: “¿Piensa que la corrupción frena el desarrollo del país?” Cuenta el periodista que “el 95% respondió que sí. Quizá haya sido el mejor resumen del agitado debate en Mar del Plata” (ídem).

Más bien, es el mejor resumen del carácter hipócrita, venal, parasitario y acomodaticio de la burguesía argentina: hace negocios turbios con el Estado, pero se queja de los políticos que los administran; no tiene escrúpulos en corromper y ser corrompida, pero organiza foros de “valores”; odia al kirchnerismo, pero encuentra la manera de convivir y prosperar con él; clama por la “unidad empresarial”, pero se divide según quién pueda o no conseguir contratos con financiamiento público; es furiosamente liberal, pero defiende con no menos furia los subsidios estatales que le tocan directamente; proclama las virtudes del libre comercio, pero exige protección para su empresa (un ejemplo fue el mismísimo Héctor Méndez, titular de la UIA, que de paso amenazó con despidos si no lo escuchaban); reclama “incentivos a la inversión”, cuando su principal preocupación es cómo fugar sus ganancias en divisas a paraísos fiscales (tiene 200.000 millones de dólares en el exterior); exige al Estado “reducir la pobreza”, mientras ella se encarga de reducir los salarios y aumentar la explotación, y la lista se podría extender indefinidamente. Eso lo sabe y lo ve cualquiera que tenga dos ojos y un cerebro. Lo novedoso del encuentro de IDEA es que sea la propia burguesía la que revele, más bien involuntariamente, su miseria política, intelectual y moral.

https://www.mas.org.ar/?p=3887


Nota del Webmaster:
Antemporal artículo sobre los Coloquios de IDEA.


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