domingo, 16 de abril de 2017

"Rosario continúa siendo una ciudadpartida, debe recalificar su periferia"

Domingo 16 de Abril de 2017.

Por: Aníbal Fucaraccio.

Jorge Jáuregui es arquitecto y urbanista, graduado en la UNR. Trabaja en Río de Janeiro desde 1978. Fue el creador del programa «Favela-Barrio». Este martes le otorgaron el grado de Doctor Honoris Causa en la Facultad de Arquitectura (UNR).

Reconocimiento. "Es un magnífico cierre para todo un ciclo", dijo Jáuregui.

La arquitectura de Jorge Jáuregui encontró su merecido escenario de reconocimiento. Su visión integradora, su vocación transformadora, y su férreo compromiso de carácter social, lo ubicaron en el umbral de los referentes en Latinoamérica. Sus luchas y sus sueños, contra las divisiones y los estigmas urbanos, esos que lo obligaron a llevar su empuje profesional a Brasil por cuestiones políticas, ahora se transformaron en señales de gratitud, un enorme respeto, y en una distinción que representa un emotivo mojón para esta etapa de su carrera. El martes pasado, este rosarino recibió el grado académico de Doctor Honoris Causa en la Facultad de Arquitectura (UNR), y desde ese sitial de realización, expuso sus sensaciones y también analizó la realidad urbana de la ciudad. "Rosario continúa siendo una ciudad partida, debe recalificar su periferia", advirtió el especialista, quien también remarcó la necesidad de tejer nuevos vínculos y relaciones urbanas para poder "unir lo formal y lo informal".

—¿Qué representa esta distinción en este momento?

—Ser premiado en la propia facultad es un gran honor, una satisfacción inmensa. Es lo máximo que se puede esperar, en términos de reconocimiento académico. Yo me gradué acá, y vengo trabajando con la Facultad de Arquitectura (UNR) desde hace mucho tiempo, junto con Marcelo Barrale y la vicedecana Ana Valderrama. Hicimos seminarios proyectuales, conferencias, y participé de muchos eventos y actividades. Tengo vínculos permanentes con la facultad, siento que fue una relación que se fue afianzando y creciendo año a año.

—¿Siente que es un premio a una trayectoria, a un recorrido, a una visión?

—Creo que es un reconocimiento muy especial a la trayectoria, a una manera de hacer en la profesión, con una mirada particular sobre la cuestión urbano-social. Me parece que la facultad siempre estuvo interesada en ese hacer. Y ahora sin dudas me genera una responsabilidad mucho mayor.

—¿Cómo se inscribe dentro de su historia personal, que estuvo signada por una partida forzosa, con mucha resignación, y mucha lucha desde lejos?


—Mientras venía a Rosario, pensaba en eso. Creo que es como el cierre de un ciclo, que se inició en el momento en que me tuve que ir hasta ahora, con el máximo reconocimiento académico. Es una vuelta completa, que en realidad, es ni más ni menos que mi vida. Yo partí desde cero, sin ninguna expectativa de nada, fue por pura necesidad, y ahora estoy en este momento de reconocimiento en mi ciudad, y lo tomo como un magnífico cierre a este círculo.

—¿Qué ve cuando mira hacia atrás?


—Mi vida siempre transcurrió relacionada particularmente con los principios que fueron los que hicieron que yo me tuviera que ir a Brasil. Esa intención de querer cambiar las cosas, de modificar el mundo, de alcanzar lo imposible con la profesión. Ese fue un móvil que se mantuvo a lo largo del tiempo y que me permitió hacer las obras que hice preferentemente en Brasil, y que ahora alcanza este premio en Rosario. Es un ciclo completo, que partió de la nada y termina en un marco que me emociona.

Dos ciudades

—¿Cómo analiza la realidad urbana de Rosario en la actualidad?


—Percibo claramente una ciudad entre los bulevares y el río, y otra ciudad muy diferente afuera de esos bulevares. En ese sentido, el centro está bien, la costa está recuperada, y se aumentó enormemente el área de uso de la gente en los bordes del río. Ahí me parece que hubo una buena apropiación. Pero falta el otro lado. Rosario, como Río de Janeiro, continúa siendo una ciudad partida, dividida entre la parte formal, integrada y bien cuidada; y el resto que sufre falta de urbanidad, de espacio público de calidad, de servicios, y de buena conectividad.

—¿Cómo se debería trabajar?

—A Rosario le faltaría invertir en mejorar y recalificar su periferia. El centro está bien mejorado, con inversiones considerables, tanto públicas como privadas. Pero falta que el poder público busque calificar la periferia. Esa es una tarea pendiente.

—¿Cómo incide la violencia social en esta problemática?

El factor seguridad ciudadana afecta a la mayoría de las ciudades importantes de Latinoamérica. Diferentes países adoptaron diferentes acciones, o tácticas, en Río de Janeiro se buscó crear las UPP (Unidad de Policía Pacificadora), que durante el período de Lula y Dilma Rousseff funcionaron bien, pero que ahora entraron en crisis, y el problema de la inseguridad se agravó muchísimo.
—¿Por qué entraron en crisis?

—El modelo UPP que era una policía de proximidad, de ostentación armada y tenía varios puestos en los barrios, no fue suficiente, ni se integró debidamente. Sobre todo porque no fueron concebidos junto a un programa de atención social mayor. La violencia no es sólo una cuestión militar, también debe ir acompañada de un montón de otras políticas públicas, para generar trabajo, educación, salud, y cultura. O sea, tiene que ser parte de un paquete mucho más amplio, integral. La cuestión de seguridad sola, se transforma en una cuestión militar y eso siempre, más tarde o más temprano, termina mal. Eso ya fue suficientemente experimentado en Brasil, donde la situación es caótica, porque fracasó la UPP, la violencia volvió, y las favelas son otra vez un lugar peligroso porque hay tiroteos todos los días con la policía. Hoy para ir a la favela, hay que ir acompañado con gente del lugar.

—¿Rosario está en una etapa de permanente diagnóstico, o en una etapa de acción?

—Me da la impresión de que el diagnóstico existe, pero no se ven las acciones para resolver estos problemas.

—Hace dos años usted planteó que Rosario estaba en un momento de tomar decisiones, ¿qué pasos dio?

—Yo hablaba de tomar decisiones para calificar la periferia. En ese momento no había esta crisis económica que hay ahora, en la que parece imposible invertir en calificar la periferia, y en organizar junto con los programas sociales, una policía de proximidad. O sea, una policía amistosa con el habitante, que es muy difícil de implementar en estas circunstancias.

—¿Qué variables urbanas hay que incluir en esas acciones integrales?

La variable seguridad debe estar siempre acompañada de otras variables urbanas y sociales, como el trabajo, la renta, la educación, la cultura, el deporte, el esparcimiento, la salud, y el transporte que también es un tema muy importante en las periferias, ya que permite trabajar sobre la desconexión con el centro de la ciudad. Yo creía hace dos años que eso estaba por suceder, pero hoy veo que no está sucediendo, y no se registra ningún hecho, acción, o elemento de las autoridades actuales, en relación con este tema. Debe haber un abordaje integral, y no parcial, para poder modificar en concreto la realidad de estos lugares.

http://www.lacapital.com.ar/la-ciudad/rosario-continua-siendo-una-ciudadpartida-debe-recalificar-su-periferia-n1377637.html

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