jueves, 22 de octubre de 2015

La familia tipo e inquilina es la que más sufre la inflación en la Ciudad (C.A.B.A.)

22/10/15.

Por: Gustavo Bazzan.

Estadísticas porteñas: La canasta básica de consumos para este tipo de hogar subió 26,3% en el último año.


Inquilinos, los que más sufren la inflación.


La canasta de consumos de la ciudad de Buenos Aires -que contempla el acceso a alimentos, servicios del hogar, bienes y servicios mensuales, indumentaria, salud, educación, equipamiento del hogar y, de corresponder, alquiler de la vivienda, registró un aumento que va del 23 al 26%, según el tipo de hogar, en los últimos doce meses.

La familia tipo -definida como un matrimonio compuesto por una mujer y un varón, ambos de 35 años, activos, con dos hijos varones de 6 y 9 años e inquilinos de la vivienda- son los que más sufrieron la inflación; 26,3% en un año.

Los menos perjudicados por la suba de precios son los hogares unipersonales de un varón de 25 años, activo y propietario de la vivienda.

En todos los casos, el aumento de cada canasta refleja bastante bien la inflación real que deben soportar los porteños.

La medición que realiza la Dirección general de estadísticas y censos del gobierno porteño divide a la población en seis tipos de hogares. Y para cada uno de ellos calcula el valor de la canasta. Las familias tipo (matrimonio con dos hijos) que deben alquilar su vivienda, son las que más gastan para cubrir la canasta, y las que más inflación sufrieron.

El valor de la canasta y la variación porcentual anual, para cada uno de sos hogares, es la siguiente.

Hogar 1: matrimonio compuesto por una mujer y un varón, ambos de 35 años,
activos, con dos hijos varones de 6 y 9 años y propietarios de la vivienda. El valor de la canasta es de 11.838 pesos, con una suba del 25,2% en los últimos doce meses.

Hogar 2:
matrimonio de adultos mayores, ambos inactivos y propietarios de la vivienda. El valor de la canasta es de 5.986 pesos y subió 26% respecto a un año atrás.

Hogar 3: hogar unipersonal de un varón de 25 años, activo y propietario de la vivienda. La canasta vale 3.920 pesos, con un aumento del 23,2%.

Hogar 4: matrimonio de dos adultos de 25 años, activos, sin hijos y propietarios de
la vivienda. La canasta vale 6.592 pesos, 23,3% más que un año atrás.

Hogar 5:
matrimonio de dos adultos mayores de 25 años, activos, sin hijos e
inquilinos de la vivienda. La canasta vale 9.001 pesos, 25,3% más que hace doce meses.

Hogar 5 bis:
matrimonio compuesto por una mujer y un varón, ambos de 35 años,
activos, con dos hijos varones de 6 y 9 años e inquilinos de la vivienda. Es la canasta más alta y la que más subió. Tiene un valor de 14.752 pesos y sufrió un aumento del 26,3%. En esto impacta el valor de los alquileres, que subieron casi 35% en un año, mucho más que la inflación porteña y superior también a la variación salarial.

http://www.ieco.clarin.com/Canasta_basica-familia_tipo-ciudad_de_buenos_aires-inflacion-inquilinos_0_1453654895.html

jueves, 8 de octubre de 2015

¿De verdad suenan mejor los vinilos y los magnetófonos o es solo una moda retro más?

8 Octubre 2015.

Por: Paco Rodríguez.




La llegada a partir de los años 80 del siglo pasado de los soportes de grabación de audio digital como el Disco Compacto (CD) supuso un cambio radical en la industria y en nuestra forma de entender la distribución de contenidos musicales. Por fin teníamos entre las manos un formato de calidad que podría perdurar en el tiempo sin desgastarse con el uso y manteniendo todas sus propiedades.

Sin embargo, aunque para una gran mayoría de usuarios la calidad ofrecida era y ha sido más que satisfactoria, rápidamente surgieron detractores desde los sectores más audiófilos que renegaban de los CDs y de sus primeras implementaciones por ser de "inferior calidad sonora" que sus equivalentes en otros formatos como los populares discos de vinilo y los menos conocidos magnetófonos de bobina.

MP3, tú has sido el principal culpable de la nueva moda retro




En los últimos años hemos asistido a una triste época de decadencia en la calidad de las grabaciones, magnificada principalmente por los archivos digitales compartidos en las primeras redes de banda estrecha con una enorme compresión digital para poder ser descargados rápidamente y reproducidos en streaming. El infame MP3 y sus derivados se hacían con el mercado de masas muy a pesar de los aficionados más exigentes.

Pero la resistencia audiófila estaba ahí para plantar cara y desde hace unos 5 años ha logrado que antiguos formatos analógicos renazcan de entre las cenizas argumentando una mayor calidad sonora y definición de la microinformación presente en las pistas de audio. El primer formato en resucitar fue el vinilo, pero parece que en los últimos meses las cintas para magnetófonos de bobina o Reel-to-reel están volviendo a recobrar fuerzas.

Ha surgido todo un movimiento retro por Internet que aboga por estos antiguos formatos de cinta como el Santo Grial de la calidad sonora, y se venden tanto reproductores vintage como bobinas para grabar o con temas pregrabados por auténticas fortunas. Y claro, después de leer un montón de foros, recomendaciones y páginas en las que se venden y restauran estas reliquias a uno le surgen las dudas.

¿De verdad se escuchan mejor que los formatos digitales como el MP3, el CD o los de alta definición como el SACD, FLAC, etc.?, ¿qué hay de cierto en las supuestas ventajas casi milagrosas que ofrecen?, ¿si me paso a estos formatos analógicos me adentraré en el nirvana de la calidad sonora o me quedaré como estoy ahora, pero con menos dinero en el bolsillo?

CD vs Vinilo vs Magnetófono: la lucha comienza



Con una capacidad de almacenamiento bastante más limitada que un CD convencional, los discos de vinilo resurgían hace años argumentando ventajas a veces un tanto esotéricas pero que han calado en una gran parte del sector audiófilo. Para empezar, cualquier "experto" en el tema nos dirá que un vinilo o un magnetófono de bobina, a diferencia de un CD, "registra absolutamente toda la información sonora del acontecimiento musical", con todos sus armónicos y altas frecuencias, mientras que un CD pierde parte de esta información debido al muestreo digital.

Esta afirmación es completamente falsa, ya que el Teorema de muestreo de Nyquist-Shannon demuestra que es matemáticamente posible la reconstrucción exacta de una señal periódica continua en banda base a partir de sus muestras, si la señal está limitada en banda y la tasa de muestreo es superior al doble de su ancho de banda.

Es cierto que la calidad sonora obtenida depende de esa banda limitada, es decir, del ancho de banda escogido como fuente de sonido, que en el caso del CD fue de 44,1 KHz para poder almacenar toda la información musical hasta 22 KHz, frecuencia superior al máximo audible del ser humano (nuestro rango de audición va de 20 Hz a 20 KHz), por lo que no hay pérdida de información sonora. También depende del posterior proceso de cuantificación, que en el CD se realiza con 16 bits de resolución (y en otros formatos más modernos con 24 bits), más que suficiente para que nos sea imposible distinguir imperfecciones en el sonido.



El CD se caracteriza además, por ausencia de ruido de fondo, por tener una mejor relación señal/ruido (diferencia entre la información musical y el ruido), una mejor separación entre canales con una imagen estereofónica más amplia y definida y una distorsión inferior debido a la menor necesidad de amplificar la débil señal que era posible extraer de los discos de vinilo o incluso de los magnetófonos de menor calidad.

También ofrecen un rango dinámico mayor que el de los discos de vinilo y los magnetófonos, es decir, una mayor diferencia entre los sonidos más suaves y los más fuertes que es capaz de almacenar y posteriormente reproducir, aunque este punto no se considera siempre como una ventaja, sino como un inconveniente.

El vinilo, en términos generales, tiene un mayor nivel de compresión del rango dinámico que el resto de formatos

¿Por qué? Cuando los primeros CDs llegaron al mercado los procesos de edición para el nuevo formato no estaban perfeccionados del todo y los ingenieros de sonido no sabían aprovechar este enorme nuevo rango dinámico. El resultado fue un audio con menos fuerza, con menos pegada y sobre todo con un volumen inferior al del vinilo o las cintas, situación que se solucionó en poco tiempo pero que dejó un sabor amargo en muchos aficionados.



El vinilo, en términos generales, tiene un mayor nivel de compresión del rango dinámico que el resto de formatos, debido a la forma en que se tienen que grabar los surcos en la superficie del disco, limitada tanto en profundidad como en anchura (podéis ver un ejemplo de funcionamiento en el siguiente vídeo). Esto supone que perdamos sutileza y diferenciación entre los sonidos más fuertes y los más suaves, algo que la nueva ola de apasionados por los magnetófonos ha sabido aprovechar a su favor.

Y es que, a diferencia del vinilo, la cinta es capaz de recrear mucho mejor el rango dinámico original de una grabación, sin tanta compresión y con una mejor gestión de los agudos y las frecuencias graves. Argumentos que se unen a la mejor capacidad para trasladar el master original sin ningún tipo de retoque, algo que con el vinilo no es posible debido a que hay que adaptarlo para que, literalmente, la grabación no se salga de los surcos.

Durabilidad y benditas distorsiones

Otro de los argumentos que están haciendo las delicias de los amantes de las cintas y los magnetófonos de precios estratosféricos es la mayor durabilidad de las grabaciones, con respecto a un disco de vinilo, claro, ya que si lo comparamos con un CD no hay color. El argumento es el siguiente: mientras que un vinilo es como un derivado de Misión Imposible en el que tras cada audición está un paso más cerca de autodestruirse (por el roce de la aguja en la superficie), un magnetófono de cinta no sufre este problema.

Y es una verdad, pero solo a medias, ya que la cinta tiene que enrollarse, desenrollarse y pasar por una serie de cabezas lectoras que, aunque poco, van degradando la información almacenada magnéticamente con cada escucha. Es cierto que no es un problema tan destacable como en el caso de los vinilos, pero está ahí y hará que la calidad de la música no sea la misma en la primera audición que en la número 100.

En este punto, cualquier audiófilo amante de las cintas nos argumentará lo siguiente: Bueno, lo que me has contado hasta ahora tiene sentido, pero aún así, los magnetófonos cuentan con un sonido más cálido, que llena más las frecuencias medias y que es mucho más agradable para la escucha que el vinilo, algo más frío, y que el gélido CD o los formatos digitales.

Y tiene razón, sobre todo si se acompaña el reproductor con un amplificador clásico de válvulas. La clave está en la distorsión armónica introducida por el reproductor, el preamplificador y el amplificador, y sobre todo la de segundo orden. Básicamente lo que hacen es incorporar un defecto en el que se añaden frecuencias armónicas (es decir múltiplos enteros de la frecuencia original) a la señal original con mucha menor amplitud pero lo suficiente como para que se audible.



El efecto en nuestras mentes es ese sonido más agradable y cálido que llena el espacio con rapidez pero que en realidad no es más que una distorsión de la señal original que debería hacernos dudar de si estábamos buscando Alta Fidelidad o un sonido coloreado que se amolde a nuestros gustos.
Ese sonido cálido producto de la distorsión armónica es en realidad un defecto técnico

Hay que tener en cuenta que en un formato digital con un mayor rango dinámico, mejor relación señal a ruido, sin distorsión ni ruidos analógicos (siseos, clicks, etc.) es posible replicar el efecto de un formato analógico, añadiendo en producción ese rango dinámico comprimido o esos armónicos que tanto gustan, pero en un vinilo o una cinta no es posible replicar las características de limpieza y fidelidad de un formato digital (ni el resto de ventajas como durabilidad, posibilidad de replicación, etc.)

¿Merece la pena apostar por estos formatos analógicos?

Ante todo, no me entendáis mal. Lo que hay en estas líneas son argumentos técnicos sobre calidad y fidelidad sonora que podemos poner sobre el papel para comparar cada uno de los formatos y plataformas de reproducción musical. Pero esto no quiere decir que necesariamente seamos menos listos o nos dejemos llevar por las modas al escoger cualquiera de los anteriores sistemas.

Lo que debe primar es nuestro gusto y nuestra sensibilidad auditiva. Si preferimos esas cálidas distorsiones de la cinta frente al frío sonido del CD, el volumen más fuerte de un vinilo frente a un CD con mayor rango dinámico o ese siseo de fondo de la cinta frente al silencioso SACD no hay nada de malo en ello. Nuestra forma de percibir la música es personal e intransferible y depende de nuestra experiencia pasada, de cómo nos iniciásemos en el mundillo y de cuáles fueron nuestros primeros dispositivos de sonido.

De hecho, no os extrañe que algunos jóvenes de hoy en día que han nacido con el reproductor de MP3 bajo el brazo prefieran este tipo de formatos a causa de una cierta calidez o sensación de confort introducida por los artefactos digitales de compresión (un auténtico sacrilegio para la mayoría de los que ya tenemos una cierta edad).

Dicho esto, para valorar si merece la pena pasarse o no a uno de estos formatos retro de moda debemos considerar otros muchos aspectos, y en especial la disponibilidad de contenidos y los precios. Si bien es cierto que el mundillo del vinilo se ha revitalizado mucho en los últimos años y tenemos a nuestra disposición multitud de reproductores y discos a precios razonables, no podemos decir lo mismo en el caso de los magnetófonos.

Los que actualmente podemos encontrar por Internet se venden muchas veces como piezas de coleccionistas a precios desorbitados. Y algo similar ocurre con las cintas, muy difíciles de encontrar y que pueden llegar a costar entre 200 y 450 euros sin problemas. Además, a estos precios se suman los del resto de componentes del sistema de sonido, que tendrán que estar a la altura para extraer el máximo potencial del equipo.

Muy ben pero, ¿merece la pena?, ¿obtendré una mejora notable con respecto a los formatos de sonido de alta fidelidad digitales? Mi experiencia es que, si la grabación está correctamente realizada y adaptada al formato de almacenamiento, las diferencias son inapreciables. Si podéis elegir, mejor gastad vuestro presupuesto en unos buenos altavoces y disfrutad con grabaciones de calidad, vuestros bolsillos y oídos lo agradecerán.

https://www.xataka.com/audio/de-verdad-suenan-mejor-los-vinilos-y-los-magnetofonos-o-es-solo-una-moda-retro-mas


sábado, 3 de octubre de 2015

Dictadura sí, dictadura no

Miércoles 30 de septiembre de 2015.

Las opiniones de la señora Mirtha Legrand deben ser tomadas como una invitación a los grandes sinceramientos que nos debemos los argentinos.




La señora Mirtha Legrand ha dicho, una vez más, lo que piensa. A pesar de que constituya un hecho natural que alguien exponga sus convicciones, no es lo más frecuente en estos controvertidos tiempos. A veces por temor, otras por prudencia, lo cierto es que hablar de un modo rotundo suele sorprender a algunos y hasta incomodar a otros, más de lo conveniente.

Quien fue actriz exitosa y se desenvuelve desde hace muchísimos años como célebre conductora de programas televisivos, se atrevió a pensar en voz alta al afirmar que la Argentina vive bajo una dictadura. Le contestó la Presidenta, pero, más que para desmentirla, para apelar a uno de sus recursos favoritos: la descalificación de la persona por lo que hizo o no hizo en el pasado, como si todos los tiempos hubieran estado requeridos por igual de comportamientos idénticos para el común de los mortales.

Lo asombroso es que en esta ocasión la Presidenta fundó su cuestionamiento en una supuesta verdad irrefutable: "A ver si alguno se acuerda -dijo si algún periodista, a Videla, alguna locutora, algún comentarista o analista se atrevió a llamarlo, yo no digo asesino o genocida, simplemente dictador". No.

Se podrían releer las ediciones de los periódicos y revistas de todo el país; se podrían desgrabar cuantos programas de radio y televisión hubiera de aquella época con referencias a la política de entonces, y con seguridad sería inhallable una calificación como la que ha desafiado a encontrar la Presidenta. No, no sería posible hallarla sino en hojas que circulaban clandestinamente, como brazos políticos de organizaciones insurreccionales. ¿Recuerda la Presidenta cuántos intendentes peronistas hubo en ese tiempo, de qué manera los dirigentes de su partido, y de otros partidos, o los sindicalistas mantenían diálogos activos con aquel oficialismo militar? ¿Cómo trataban a sus interlocutores, de dictadores?

De modo simétrico, podría preguntársele a la Presidenta, como le ha preguntado a la señora Legrand, si ella o el ex presidente Kirchner alguna vez se atrevieron, en los años de terror -de doble terror, por cierto, tanto gubernamental como subversivo, a calificar de dictadores a los mandones de la época. Como tampoco la ministra Alicia Kirchner se atrevió a tanto por aquellos años en que fue alta funcionaria en Santa Cruz, prescindiremos de la pregunta del caso.

Quienes ejercían el periodismo en los años del gobierno militar caminaban sobre el filo de una navaja que cortó mortalmente hasta la vida de gentes tan próximas al régimen como el mismísimo embajador argentino en Venezuela Héctor Hidalgo Solá. Otros ciudadanos de condición parecida también cayeron.

Tan verdadero es lo que ha dicho la Presidenta que algunos veteranos políticos, intelectuales y periodistas, no habiendo por las razones expuestas apelado a la adjetivación de dictadura en los años de plomo, han preferido en muchas ocasiones prescindir también de hacer lo contrario después de la recuperación democrática de 1983. No por discrepancia en algo tan obvio como la caracterización del período de 1976-1983, sino por una discreción que desconocen los cínicos o quienes cambian de lenguaje como de color el camaleón.

La señora Legrand retomó el tema para decir más tarde: "La de Videla era una dictadura, pero la de ahora también". Quien quiera exaltar la templanza de carácter de esta personalidad del mundo del espectáculo no tiene por qué compartir su opinión. Basta con poner de relieve su entereza, valentía y desdén frente a la jauría oficialista que pretende siempre injuriarla.

El Diccionario Esencial de la Lengua Castellana, editado por Santillana con el respaldo de Gregorio Salvador, uno de los miembros de número de mayor relieve de la Real Academia Española, dice que dictadura es la "concentración de todos los poderes en un solo individuo o institución". Sería bueno que la Presidenta contestara: ¿no han procurado, tanto ella ahora como antes quien fue su marido, concentrar al máximo los poderes del Estado en sus manos? ¿Cuál ha sido, acaso, el objetivo de gobernar en estos 12 años con más decretos de necesidad y urgencia que todos los dictados desde 1810 hasta 2003? ¿Cómo calificar la pretensión de subsumir al Poder Judicial a poco menos que un conjunto de reparticiones con jurisdicción federal al servicio de los presidentes de turno? ¿O utilizar los medios de comunicación del Estado sólo para beneficio de un gobierno faccioso, negándoles pauta publicitaria o atacando directamente a los independientes?

Sería deseable que la Presidenta o alguno de sus servidores pudiera poner las cosas en su lugar. ¿Cómo creen que debe llamarse el régimen que ellos encarnan? Disponen de una paleta de excepcionales definiciones alternativas si arrancan de la calificación de "democracia", que hoy no vamos a discutir. Los legos ignoran la enorme cantidad de definiciones que la ciencia política ha aplicado a los sistemas fundados, en principio, en el voto popular. El origen del sistema está fuera de discusión en la Argentina, aunque pueda volverse controvertible si se profundizan las investigaciones sobre la degradación que el populismo ha inferido al voto popular, en los últimos días de elecciones como también en los otros 364 días del año.

De modo que tomemos las valerosas palabras de la señora Legrand como la invitación a un gran sinceramiento. Seguramente más de uno se atreva hoy a arrojar una segunda piedra.

http://www.lanacion.com.ar/1832298-dictadura-si-dictadura-no


Nota del Webmaster:
En tiempos de la dictadura nadie podia decirle a Videla que era un dictador. Hoy se dice cualquier cosa de la presidenta, su familia, su marido muerto, allegados, colaboradores, militantes, etc., lo cual probaría que no se vive en dictadura.
Sin duda existe una gran afinidad entre comentarista y editorialista.



viernes, 2 de octubre de 2015

Tragedia de Once, una historia de corrupción y muerte

02 de Octubre de 2015.

Tras la confesión del ex secretario de Transporte, se sumó la del ex titular de Trenes de Buenos Aires que reconoció un vínculo con aquel. “La corrupción mata”, dijo la mamá de Lucas Menghini Rey, la última víctima en ser hallada aquel febrero de 2012.

"La corrupción mata", dijo María del Luján, que perdió en la tragedia de Once a su hijo de 20 años. (twitpolítico.com).


Tras las confesiones del ex secretario de Transporte Ricardo Jaime y el ex titular de Trenes de Buenos Aires, Sergio Cirigliano, ambos en funciones durante la tragedia de Once, la mamá de una de las víctimas señaló que lo ocurrido aquel febrero de 2012, cuando chocó un tren y murieron 52 personas –entre ellos su hijo, Lucas Menghini Rey– es el más claro ejemplo de lo que cuesta la corrupción.

“La corrupción mata”, observó María del Luján Rey en diálogo con A Diario, el programa que conduce Alberto Lotuf por Radio 2. Su hijo, Lucas fue la última víctima hallada entre los fierros del Sarmiento. Tenía 20 años.

Jaime y Cirigliano reconocieron ante el juez federal Julián Ercolini que tenían vínculos económico; el primer recibía coimas del segundo. Estas confesiones fueron parte de un acuerdo con la Fiscalía para atenuar sus condenas. Cada uno podría evitar la cárcel pero deberá pagar entre 200 mil y dos millones de pesos a distintas organizaciones.

“Uno se preguntaba por qué no controlaban a los Cirigliano, y ahora este juicio es la contrapartida, porque tenían viajes en aviones privados, les pagaban alquileres...”, apuntó Rey.

El juicio que evitó Jaime esta semana no fue por por la tragedia de Once en sí; sino, de alguna manera, por lo que hizo antes y colaboró en aquel fatal desenlace. ”Es la contrapartida de nuestro juicio”, señaló.

El funcionario está acusado porque durante su gestión, entre 2003 y 2006, recibió de TBA casi una quincena de viajes en vuelos privados a Brasil, Córdoba y Uruguay, y de la empresa TEBA S.A. el pago de dos departamentos de lujo en los que vivió en avenida Del Libertador y la calle Cerrito, de acuerdo a lo publicado por Clarín. TEBA está a cargo de la concesión de la terminal de ómnibus de Retiro a la que Jaime le extendió el contrato.

El ex funcionario debía comenzar a ser juzgado este jueves pero su defensa acordó un juicio abreviado con el fiscal Guillermo Marijuán en el que reconoció haber cobrado esas dádivas y pactó la pena y la devolución del dinero, 2 millones de pesos. Lo mismo hizo Manuel Vázquez, ex asesor de Jaime, quien acordó una pena de dos años y dos meses de prisión y devolver cerca de 350.000 pesos y Cirigliano que propuso como probation donar 150 mil pesos en 10 cuotas a un jardín maternal de la orden franciscana de El Bolsón y otros 50 mil pesos al hospital Garrahan.

http://www.rosario3.com/noticias/Tragedia-de-Once-una-historia-de-corrupcion-y-muerte-20151002-0025.html